Primo Jonas
entrevista a Emiliano Montes sobre VESTIGIOS (Piedra angular de un desayuno
nutritivo) para el portal de internet Passa Palavra (Brasil) (Agosto 2015)
Primo Jonas:
Hablando de su trabajo personal como actor, director y dramaturgo, en su obra
“Vestigios” existe un contexto de crisis estética, de comunicación. Se trata de
dos personajes que parecen no encontrar las palabras, ni siquiera saben cómo
recogerlas o para que recogerlas. Entonces, ¿cómo funciona el teatro en este
contexto donde la comunicación no es factible?
Emiliano Montes: “Vestigios” tiene una característica de
ser una obra que plantea preguntas acerca de lo qué estamos haciendo con la
militancia, con el lenguaje, con el teatro también. Aunque no es una obra que
representa algo concreto, se experimenta desde este aspecto. Es un debate con
nosotros mismos, inclusive para nosotros que hacemos la obra. Cuando comienzo a
escribir me enfrento ante la imposibilidad de que trascienda lo que hago en el
teatro, entonces, me amigo con la derrota del teatro actual ya que trasciende
muy poco, no está en el imaginario colectivo de las mayorías. Observando esta
derrota, aparecen otras derrotas, como la de la humanidad. Todo es tan cíclico,
está la derecha, en un momento llega la crisis, se reflotan ideas de
izquierdas, hasta que llega progresismo, se agotan los recursos, entonces luego
viene la derecha nuevamente y así sucesivamente. Ante esto, el artista si bien muchas
veces tiene postura crítica, no parte posicionado desde una horizontalidad, desde
un lugar de par más humano, sino que se coloca en un lugar de sabio, de
iluminado, y yo éticamente a eso no lo comparto de ninguna manera. Me niego a
la posición de iluminado, expongo mis contradicciones: estoy casi todos los
días tratando de inventar algo nuevo pero ya sé de antemano que ya está todo
inventado. ¿Por qué lo hago? Porque lo deseo, porque quiero llegar a este nuevo
invento, si es que este nuevo invento es un coágulo que todavía es ajeno a un
compañero artista. En la obra, en su textualidad se utiliza la fragmentación,
aparece la idea de que en la descomposición de las cosas se puede llegar a algo
nuevo. Acepto la derrota como dramaturgo, pero al mismo tiempo, cuando estoy en
el proceso creativo de la escritura de la obra estoy tratando de hacer algo
nuevo, ¿se entiende? Por lo que en el hacer entonces, se pone la contradicción
de la derrota. Además utilizo el silencio como el lenguaje, así como la ruptura
de la narrativa lineal.
Volviendo al tema de los iluminados, la mayoría de artistas se colocan en una posición de privilegio (y superior) de que están comunicando algo que el espectador no sabe. Yo no comunico nada, solo comparto, y si tengo suerte puedo generar preguntas, esto es lo que busco. Debido a que la pregunta genera inquietudes y nos pone en movimiento, mientras que la respuesta es estática, sirve el solo al ego y para la masturbación con nosotros mismos, puro pupo. La pregunta nos lanza en esa duda de plantearnos si estamos fallando, que hago con mi tiempo, si me movilizo para intentar modificar algo, si no me movilizo y me quedo en la misma agonía, cuando sí y cuando no, etc.
Volviendo al tema de los iluminados, la mayoría de artistas se colocan en una posición de privilegio (y superior) de que están comunicando algo que el espectador no sabe. Yo no comunico nada, solo comparto, y si tengo suerte puedo generar preguntas, esto es lo que busco. Debido a que la pregunta genera inquietudes y nos pone en movimiento, mientras que la respuesta es estática, sirve el solo al ego y para la masturbación con nosotros mismos, puro pupo. La pregunta nos lanza en esa duda de plantearnos si estamos fallando, que hago con mi tiempo, si me movilizo para intentar modificar algo, si no me movilizo y me quedo en la misma agonía, cuando sí y cuando no, etc.
PJ: Esta ruptura
de lineal, ese cuestionamiento tiene que ver también con el momento en la obra
donde se produce una resurrección, un personaje que estaba en la escena
escondido todo el tiempo y que aparece haciendo un discurso revolucionario.
¿Esto tiene que ver con esta ruptura? Uno lo ve como una cuestión histórica de
la militancia latente, con la caída del muro de Berlín y el neoliberalismo, ¿o
sería algo más que una ruptura subjetiva del militante que despierta para la
lucha?
E.M.: Mira, cuando escribí la obra no lo tenía claro,
asique no sé qué decirte. De todas maneras, es una resonancia que tengo lo que
sin duda tiene un cuerpo ideológico atrás. No podemos idealizar que entiendo
todo cuando escribo, no. Voy a entender lo que escribí con el paso del tiempo,
en la medida en que la obra vaya ganando vida. Tu pregunta me hace recién que
me pregunte sobre ello, entonces a partir de tu pregunta voy a pensar un respuesta…
El cuerpo está en la escena, pero no lo vemos porque también no vemos un montón
de cosas que tenemos frente a nosotros. Y cuando pensamos que tenemos la
verdad, por más que ella sea una verdad potente, de que vamos a transformar el
mundo y todo lo demás, sigue siendo una verdad que solo produce una burbuja
entre quienes la compartimos. Así que esos dos personajes están presos en
escena por elección propia, a pesar de pensar en un mundo mejor y que cosas los
llevó a su derrota, siguen siendo dos personas que están en una burbuja porque
esa verdad que consideran no la transforman en alguna acción concreta. No se
salva nadie en la obra. Estos personajes que se podría decir que contagian, en
realidad estaban ignorando un cuerpo que estuvo siempre en la escena y
nunca lo vieron. Este cuerpo es un
cuerpo militante, que tiene una ideología similar con ellos pero con un enfoque en la acción, de salir el
campo de batalla, la acción directa. La resurrección es claramente un evento
simbólico, es la resurrección a los fracasos de todos los días, algo normal en
la militancia. Militancia que muchas veces fue derrotada por ser una búsqueda
de cambios más profundos, más estructurales... Es decir, hay muchas búsquedas,
pero me refiero a la militancia con los ideales libertarios, que a menudo nos
encontramos con las pérdidas y fracasos, y yo creo que son muertes, de hecho lo
son, al menos los duelos debemos
atravesarlos para poder seguir. Por lo que este personaje es que resucita a los
que, después de todo están vivos. Por lo que el texto dice "¿Ustedes saben
cuántas muertes tienen mi cuerpo y sigo?" Es como una pelea en la vida, no
una resurrección desde un lugar iluminado cristiano. Tiene que ver con una
militancia que no es plataformista, que no busca ser el voto; sí con aquella
militancia que sigue y busca una verdadera transformación. Y de hecho puede
tener algo que ver con el 70 quizá con esa militancia que fue matada por el
neoliberalismo, pero creo que el progresismo también mata a la militancia. No
creo que sea solo el neoliberalismo o la derecha que solo asesina cuerpos e
ideas, yo creo que el progresismo también la mata, el mal menor mata, el
conformismo mata... La obra intenta rescatar ideales libertarios, que están
presentes principalmente en el personaje de la mujer, en ese personaje se
expone con claridad. En el momento que aparece hay una ruptura del lenguaje,
que era hasta ese momento un lenguaje contradictorio, fragmentado, algo que
claramente expone otras cosas, una agitación política clara, con un cuerpo
ideológico muy claro. Esta ruptura estética lo que hace es exponer a los otros
dos personajes que estaban todo el tiempo debatiendo la manera de cómo hacer un
mundo mejor, y aparece la clásica pregunta de cuándo es el momento de la
acción. ¿Por qué creemos que tenemos la verdad? ¿Por qué no dudar de nosotros
mismos? Lo que el personaje de la mujer propone entonces es la acción
inmediata, diciendo algo como "ahora que sabemos tanto, ¿por qué no
actuamos?". Después de todo ¿qué hacemos con lo que sabemos? Ya sabemos
que vamos a morir ¿qué hacemos con eso? Acá hubo 30.000 desaparecidos ¿y
entonces…? se institucionalizó la cifra. Se estatiza la estadística, perdemos
sentido de los cuerpos. No se trata sólo 30.000, son muchos más ya que también
hay desaparecidos en tiempos de democracia, y eso casi no se habla. Es que al
poder le agradó que estuviéramos hablando solo del pasado, para levantar la
bandera de 30.000 como algo que no ocurre más. OK, supongamos que solo ocurrió
en los años 70, igual ¿Qué pasa ahora? Debemos ver el cuerpo como un cuerpo
ideológico, no como solo cabeza.
P.J.: Poner eso en un cuerpo militante en
escena, los saca de la abstracción del lenguaje.
E.M.: Exactamente. Es una crítica de nosotros mismos,
porque también cuando escribí la obra casi no militaba, tenía contradicciones
que estoy trabajando, pero eso es sólo interesante en este sentido porque me
expone en la misma forma en que aparecen estas contradicciones en los
personajes. Tomar esta idea de que el cuerpo es muchas veces una cabeza que no
tienen extremidades y no acciona. Una crítica también al papel del artista, el
intelectual. Él piensa, conceptualiza... pero entonces ¿qué? ¿Cómo se relaciona
esta producción con el campo popular? Existe una gran desconexión, que todavía
está presente entre el campo intelectual y el campo popular. La
intelectualidad, en general, está más ligada al liberalismo aunque muchas veces
no se nota, se camufla como el capitalismo. Nuestros abuelos y padres,
refiriéndome a algo generacional, han sido luchadores de los años 70 y
principio de siglo, pero hoy tenemos una generación huérfana, no están
presentes nuestros padres y abuelos porque la mayoría fueron desparecidos y
asesinados. Tal vez por la orfandad es lo que me lleva a hacer esta obra y critica
de la falta de acción en el cuerpo, y este es el resultado, los dos personajes
que para el público parecían que eran lo que tenían las cosas más claras para
poder modificarlas, son los que quedan expuestos en su rechazo definitivo a la
acción. Se avergüenzan de que el público ha visto esta negación a la
modificación.
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